Jacob van Ruysdael, pintor barroco de origen holandés, pintó este maravilloso óleo sobre lienzo, dejando bien patente que se trataba de uno de los mejores paisajistas de la escuela holandesa.
La riqueza cromática de su paleta y su interpretación dramática del paisaje, supuso una ruptura con la pintura paisajista anterior. El molino de Wijh es su obra más conocida y constituye todo un símbolo de la tierra holandesa. Ruysdael capta el instante en el que el cielo, que ocupa la mayor parte de la tela, amenaza con romperse en una impresionante tormenta bajo la cual un molino yergue majestuoso, efecto que se consigue al representarlo desde un punto de vista más bajo que el resto del paisaje.