Entre todos los templos rupestres destaca el de Ramsés II, de la XIX dinastía, en Abu Simbel (región de Nubia), que representa cuatro colosos sedentes de Ramses II, incrustados en el pilono. Estas estatuas tienen más de 20 metros de altura.
Sobre la puerta del templo se abre un pequeño nicho con la representación de Re-Horakhte, el dios al cual está dedicado el templo. Remata el conjunto un friso con 33 monos de 2 metros de altura que miran a Oriente adorando al sol naciente.

La construcción del templo tardó unos 20 años en concluirse y se llevó a cabo en el reinado de Ramses II (1279-1213 a.C). Para evitar que desapareciera bajo el agua al construir la presa de Asuán, el templo fue reubicado entre 1964 y 1968. Con ingenieros y fondos internacionales, durante 4 años y por 36 millones de dólares, se desmanteló y reconstruyó en un lugar 65 metros más alto. Por la ayuda recibida, Egipto donó importantes tesoros y templos a otros paises, como el Templo de Debod en Madrid.